ESPERANZA

Las gotas de lluvia caen sobre el techo lentamente hasta que, de pronto, fuertes vientos golpean las ventanas y el retumbar de los truenos hace estremecer el cuerpo.
Cisne se asusta por el ruido, se esconde bajo la cama, llora sin parar. Alguien se acerca y trata de calmarla; la acaricia le dice que todo va a estar bien, la abraza. Una lluvia tranquila se volvió una tormenta incesante que ya lleva media hora y pareciera que fuera una eternidad.
Desde la ventana se observan las calles llenas de agua, algunas personas corren para llegar a su destino, mientras otras esperan bajo un techo que pase lo peor. Los árboles se mueven de un lado a otro, pareciendo que saldrán volando de tan fuerte que es el viento. Los automovilistas hacen sonar sus bocinas, presurosos por seguir, aunque algunos autos empiezan a quedar varados en la mitad de la calle.
De pronto todo queda a oscuras. Solo se ven unas luces intermitentes en la cuadra tal como si fuera una película de terror. Los rayos invaden la casa y mientras se prenden unas velas, Cisne se acurruca temblorosa junto a quien sabe su protección. La luz de la vela acompaña. No consigue dormir, pues teme que la tempestad dure mucho más tiempo. Quizás sepa que en los barrios faltan los servicios básicos, que hay personas que duermen en la calle y animales sin hogar. Quizás imagina el frío sentido cuando no hay abrigo ni algo caliente para tomar.
Se levanta de su cama y vuelve a mirar por los cristales. En ese momento un rayo hace su aparición y la tira al suelo. No sucedió nada, solo fue el susto. Prepara un té para tranquilizarse, ve el reloj y los segundos se hacen eternos. Intenta llamar a su familia, pero no tiene señal en su teléfono.
Se duerme sobre la mesa hasta despertar con el sonido de la alarma. Abre los ojos y los rayos del sol igresan e ilumina la habitación. Se ducha, comparten el desayuno. Se dirigen al guardarropa en busca de abrigos, colchas, medias, camisetas y bufandas. Seguramente haya familias que lo necesiten.
La tormenta causó estragos y muchos perdieron todo. Su voz interior le dice que la solidaridad es más grande y fuerte que cualquier adversidad.
Sonríen a pesar de la desgracia y del abandono gubernamental. Se abrazan con la fe y la esperanza que otro mundo es posible.

Se duerme sobre la mesa hasta despertar con el sonido de la alarma. Abre los ojos y ve los rayos del sol entrar por su ventana. Se ducha, comparten el desayuno. Se dirigen al guardarropas en busca de abrigos, colchas, medias, camisetas y bufandas. Seguramente haya familias que lo necesiten.

La tormenta causó estragos y muchos perdieron todo. Su voz interior le dice que la solidaridad es más grande y fuerte que cualquier adversidad.

Sonríen a pesar de la desgracia y del abandono gubernamental. Se abrazan con la fe y la esperanza que otro mundo es posible.

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