LA CANCHITA


Un desconocido transita las calles del barrio, observa, se sienta en la vereda. Mientras ve pasar gente de forma apresurada en su mundo individual, a pesar de vivir en una sociedad colectiva, los autos pasan a gran velocidad. Mientras todo esto transcurre, él sonríe. Se levanta, camina hacia la tienda, pide un bolo con pan y se vuelve a sentar en la vereda con su nueva compañía. Las personas lo quedan viendo, se asoman por las ventanas y murmuran entre sí. Empiezan a hablar de la persona extraña sentada en la vereda, y sin comprender por qué, él sonríe al preguntarse por qué hizo esa compra común, pero extraña a la vez. Un bolo con pan que de niño compartía con sus amigas y amigos del barrio, cuando se juntaban en la vereda a platicar cómo les fue el día en la escuela, lo difícil o fácil que resultó ser la tarea, que vieron en la televisión, que escucharon en la radio y que revistas habían leído (casi todos habían leído Condorito, una revista popular de la época, que cuando el vecino terminaba de leerla la cedía inmediatamente a los chicos). Luego se organizaba el partido de fútbol en la calle polvorienta, se armaba la cancha imaginaria, cuatro piedras simulaban ser los arcos. Uno de los chicos contaba diez pasos con sus cortas piernas para de esta forma evitar alguna trampa. Los equipos estaban en la cancha. Todos tenían nombres de jugadores famosos de la época y de acuerdo a la posición que ocupaban, pero a la vez, todos querían ser Maradona, los arqueros ser pestañita Morales, Ceballos o el Espartaco Mendoza. Las reglas del fútbol infantil callejero se inventaron en ese momento de acuerdo a la conveniencia de la jugada. Los carros interrumpían el juego en momentos cruciales del encuentro, convirtiéndose en una molestia. Jugaban hasta el cansancio. De pronto, desde una casa se escuchaba un grito y rápidamente casi todos corrían a sus hogares. Solo unos pocos desarmaban la cancha. Pero hubo momentos donde los niños no obedecen el llamado por la intensidad del juego y debía aparecer de repente un papá o una mamá con el cinturón en la mano. El afectado corría rápidamente hasta su casa y bastaba para que los demás se quedaran asustados y emprendieran el camino de regreso. Por la noche, después de la merienda, salían nuevamente, pero ya no eran solo niños, sino también se sumaban las niñas a jugar a las escondidas, congeladas, saltar la cuerda y muchos juegos más. Padres y madres que salían con silla en mano, o a sentarse sobre bancos improvisados afuera de sus casas, o se acercaban a las tiendas de la cuadra a mirar a sus hijos jugar mientras conversaban. Todo esto sucedía en la calle polvorienta, con muchos huecos, piedras y poca luz. Ahora, sentado en la vereda de cemento y la calle asfaltada, los autos pasan a gran velocidad y ya no se ven niñas o niños jugar en la calle. Un joven que pasa se detiene y mira al extraño. ¿Sonríe sorprendido y exclama "-tú eras mi amigo? Te marchaste del barrio cuando tenías 12, poco o nada supimos de ti". El reconocido lo reconoce y le pide una pelota. El amigo corre hasta su casa y vuelve con el balón bajo el brazo para ponerse a jugar ambos en medio de la calle. Los conductores los insultan, les llaman locos, pero a ellos no les importa. De pronto, uno a uno empiezan a llegar los amigos de la infancia, y poquito a poco la canchita toma vida. Se observan no sin sorpresa que aunque para algunos el tiempo no ha pasado, otros apenas se reconocen. La cancha sí era la misma, como eran iguales las ganas de encontrarse y jugar una vez más. Y fue esa vez que los vecinos dejaron atrás las ventanas y salieron a la vereda a participar esta vez del milagroso encuentro en la calle. Al final del partido, esperaron a sus jugadores con bolos, pan y refrescos.

Comentarios

  1. Que hermoso parce, me sacaste una lágrima, muy lindo, aunque esos tiempos quedaran atrás, es un bello recordatorio 📝 , felicidades

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  2. Los momentos de una niñez sana, que se vivían bonito, que parecía que el tiempo faltaba para seguir jugando , es una pena que ahora los niños de esta época casi no conozcan esos juegos.. me encanto leer ... exelente jorgito espero más!

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  3. Excelente! este corto me llevo a la infancia, me dió un poco de nostalgia al saber que ya no se juega de esta manera porque la tecnología está matando todos estos buenos hábitos que practicabamos cuando éramos niños.
    Saludos compañero

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