EL DUENDE

 

En la curva existe un pequeño bosque que posee una extraña mezcla de árboles entre jóvenes y viejos. Existe una lámpara que es insuficiente para la niebla espesa que predomina en la noche. Los perros ladran furiosos y desesperadamente, como si presintieran algo sobrenatural que solo ellos pueden ver o sentir. Cuando se acerca la media noche, los perros comienzan a aullar ya ladrar. No se escucha ni una sola voz de los dueños ordenen que callen.

Existen momentos de silencio que generan un clima de tensión como si pactaran una tregua. Mientras el viento golpea los techos, el frío se siente hasta los huesos. Cuentan los vecinos que en el bosque viven un duende que sale a buscar personas para llevárselas a un mundo desconocido. Por medio del engaño, les ofrecen monedas de oro y con su brillo en medio de la oscuridad, es una trampa perfecta para el avariento o el curioso.

Cuentan que el duende resultó ser pelotero, que de vez en cuando lo han visto jugando en la cancha. Teniendo como público espectador a los perros, las arengas son sus ladridos y aullidos perrunos. Tampoco falta algún osado que salga a buscar con su can, con una linterna y un palo en la mano quiere demostrar que los duendes no existen, que son producto de la imaginación, y tal vez sean personas escondidas en el bosque.

Está convencido en demostrar que los duendes son de mentira, que todo se trata de una leyenda transmitida de generación en generación. Por las dudas, no olvidan llevar un trébol de cuatro hojas y una campana como protección para no ser llevado por estas criaturas que deambulan por las noches.

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