NOSTALGIA

 


     Las viejas casas de caña y tabla. De las plantas de almendras se colgaban hamacas para refrescarse del calor o simplemente, tomar una siesta. Los niños jugaban en las veredas y en calles de tierra con las patas al suelo, mientras el paisaje se perdía lentamente en la cotidianidad del barrio.


      Pero luego, las casas viejas fueron remplazadas por cemento, hiero, ladrillo y bloque. Las veredas quedaron sobre el nivel de la calle ya no por una cuestión estética, sino para que el agua de la lluvia no ingrese a sus casas.

      La naturaleza no tiene control. En ocasiones el barrio sufrió inundaciones llegando el agua hasta las rodillas. Los más pequeños imaginaron encontrarse en medio de una piscina. O mejor aún, creyeron estar en el mar viendo pasar ballenas, peces, delfines, tiburones, y por qué no, sirenas. 

     Niños y adolescentes caminaban sin zapatos por las calles, ya de tierra, ya de cemento, jugando entre ellos para escapar de su triste realidad. A pesar de ello el barrio era solidario, siempre había una mano tendida. Al igual que las peleas frecuentes de los fines de semana. ¿Sería por el alcohol u otra sustancia de esas que aumentan la valentía?

     Las fiestas del barrio eran lo mejor. Allí no faltaban los juegos tradicionales como el palo encerado. Se formaban equipos, y allí, entre todos, se buscaban estrategias para llegar rápido a la cima. Era muy divertido verlos intentar trepar... y caer para volver a empezar. Las arengas no faltaban para este y todas las actividades. La carrera de los tres pies, ollas encantadas, carrera de ensacados, la carrera del huevo y la cuchara sostenida en la boca, los partidos de fútbol y sobre todo arta música. 

     Todo esto poco se fue perdiendo. El "desarrollo" llevo a cambiar los espacios verdes por cemento o parqueaderos. Ahora, caminar sin zapatos en el barrio ya no va y si lo haces eres pobre. Ya no se ven hamacas colgar en árboles de almendros porque los almendros tampoco existen.

     Lo vieron caminar por la calle sin zapatos y patas al suelo. Murmuraba solo dijeron las pocas personas que lo vieron. La mascarilla no permitía ver su rostro, pero en sus ojos se notaba un brillo detonante de alegría. No pudo contener las lágrimas, pero no detuvo su camino. Recuerdos de un barrio de tierra, casas de caña y muchos árboles cambiados por una nueva cotidianidad.

Comentarios

  1. Me gusta el recuerdo y la crítica al desarrollo que nos arrebata espacios.

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  2. Mis respetos, es un privilegio volver al pasado.

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